miércoles, 9 de marzo de 2011

Conversaciones con Sri Nisargadatta Maharaj

Más allá de la Mente, no hay ningún Sufrimiento
Int: Encuentro difícil entender lo que quiere usted decir exactamente al decir que usted no es ni el objeto ni el sujeto. En este momento mismo en que estamos hablando, ¿no soy yo el objeto de su experiencia, y usted el sujeto?

Mah: Mire, mi dedo pulgar toca a mi dedo índice. Ambos tocan y son tocados. Cuando mi atención está sobre el pulgar, el pulgar es el que siente y el índice —el sí mismo. Cambio el foco de atención y la relación se invierte. De alguna manera, encuentro que al cambiar el foco de atención, yo devengo la cosa misma que miro y experimento el tipo de consciencia que ella tiene; yo devengo el presenciador interior de la cosa. A esta capacidad de entrar en otros puntos de consciencia focales —yo la llamo amor; usted puede darle cualquier nombre que usted quiera. El amor dice: «Yo soy todo». La sabiduría dice: «Yo soy nada». Entre ambos fluye mi vida. Puesto que en cualquier punto del tiempo y del espacio yo puedo ser a la vez el sujeto y el objeto de experiencia, lo expreso diciendo que yo soy ambos, y ninguno, y más allá.

Int: ¡Usted hace todas estas extraordinarias afirmaciones sobre usted mismo! ¿Qué le hace a usted decir estas cosas? ¿Qué quiere usted decir cuando dice que usted es más allá del espacio y del tiempo.

Mah: Usted pregunta y la respuesta viene. Yo me observo a mí mismo —observo la respuesta y no veo ninguna contradicción. Está claro para mí que le estoy diciendo a usted la verdad. Todo es muy simple. Pero usted debe confiar en que yo quiero decir lo que digo, en que soy completamente serio. Como ya le he dicho a usted, mi Gurú me mostró mi verdadera naturaleza —y la verdadera naturaleza del mundo. Habiendo realizado que yo soy uno con el mundo, y sin embargo más allá del mundo, devine libre de todo deseo y temor. No razoné que debía ser libre —me encontré a mí mismo libre— inesperadamente, sin el menor esfuerzo. Esta liberación del deseo y del temor han permanecido conmigo desde entonces. Otra cosa que noté era que no necesitaba hacer ningún esfuerzo; la obra seguía al pensamiento, sin retraso ni fricción. También encontré que los pensamientos devenían autocumplidos; las cosas se ponían en su sitio llana y exactamente. El principal cambio estaba en la mente; devino sin movimiento y silente, respondiendo rápidamente pero sin perpetuar la respuesta. La espontaneidad devino un modo de vida, lo real devino natural y lo natural devino real. Y, sobre todo, una afección infinita, un amor profundo y sereno, irradiando en todas direcciones, abarcando todo, haciendo todo interesante y bello, significativo y auspicioso.


Interlocutor: Cuando un hombre ordinario muere, ¿qué le acontece?

Maharaj: Según su creencia, así acontece. Como la vida antes de la muerte es solo imaginación, así es la vida de después. El sueño continúa.

Int: ¿Y qué hay sobre el jnani?

Mah: El jnani no muere debido a que nunca ha nacido.

Int: Pero a los demás sí se lo parece.

Mah: Pero no a sí mismo. En sí mismo es libre de las cosas —físicas y mentales.

Int: No obstante usted debe conocer el estado del hombre que ha muerto. Al menos por las propias vidas pasadas de usted.

Mah: Hasta que encontré a mi Gurú, yo sabía muchas cosas. Ahora no sé nada, pues todo conocimiento está solo en el sueño y no es válido. Yo me conozco a mí mismo y no encuentro ninguna vida ni muerte en mí, solo puro ser —no ser esto o eso, sino solo ser. Pero en el momento en que la mente, sacando su provisión de recuerdos, comienza a imaginar, llena el espacio de objetos y el tiempo de aconteceres. Como yo no conozco ni siquiera este nacimiento, ¿cómo puedo conocer nacimientos pasados? Es la mente la que, ella misma en movimiento, ve todo en movimiento, y habiendo creado el tiempo, se inquieta por el pasado y el futuro. Todo el universo está contenido en la consciencia (maha tattva), la cual surge donde hay orden y armonía perfectos (maha sattva). Como las olas están en el océano, así están todas las cosas físicas y mentales en la presenciación. De aquí que lo más importante es la presenciación misma, no su contenido. Profundice y ensanche su presenciación de usted mismo y fluirán todas las bendiciones. Usted no necesita buscar nada, todo vendrá a usted de la manera más natural y sin esfuerzo. Los cinco sentidos y las cuatro funciones de la mente —memoria, pensamiento, entendimiento y sí mismidad; los cinco elementos —tierra, agua, fuego, aire y éter; los dos aspectos de la creación —materia y espíritu, todos están contenidos en la presenciación.

Int: Sin embargo, usted debe creer en haber vivido antes.

Mah: Las escrituras dicen eso, pero yo no sé nada sobre ello. Yo me conozco a mí mismo como yo soy; como yo aparezco o apareceré no está dentro de mi experiencia. No es que yo no recuerde. Es que no hay nada que recordar. La reencarnación implica un sí mismo que se reencarna. No hay ninguna cosa tal. El paquete de recuerdos y de esperanzas, llamado el «yo», se imagina a sí mismo existiendo perennemente y crea el tiempo para dar acomodo a su falsa eternidad: Para ser, yo no necesito ningún pasado ni ningún futuro. Toda experiencia nace de la imaginación; yo no imagino, de modo que a mí mismo ningún nacimiento ni muerte acontecen. Solo aquellos que se piensan a sí mismos nacidos pueden pensarse a sí mismos renacidos. Usted me está acusando de haber nacido —¡yo no me reconozco culpable! Todo existe en la presenciación y la presenciación ni muere ni renace. Es la realidad inmutable misma.Todo el universo de la experiencia nace con el cuerpo y muere con el cuerpo; tiene su comienzo y su fin en la presenciación, pero la presenciación no conoce ningún comienzo, ni ningún fin. Si usted lo piensa cuidadosamente y lo medita durante largo tiempo, usted llegará a ver la luz de la presenciación en toda su claridad y el mundo desaparecerá de su visión. Es como mirar a un bastoncillo de incienso encendido; usted ve el bastoncillo y el humo primero; cuando usted nota el punto ígneo, usted se da cuenta de que tiene el poder de consumir montañas de bastoncillos y de llenar el universo de humo.

Atemporalmente, el sí mismo se actualiza a sí mismo sin agotar sus posibilidades infinitas. En el símil del bastoncillo de incienso, el bastoncillo es el cuerpo y el humo es la mente. Mientras la mente está ocupada con sus contorsiones, no percibe su propia fuente. Entonces viene el Gurú y vuelve su atención hacia la chispa de dentro. Por su naturaleza misma la mente está vuelta hacia fuera; siempre tiende a buscar la fuente de las cosas entre las cosas mismas; el que se le diga a uno que busque la fuente dentro es, de alguna manera, el comienzo de una nueva vida. La presenciación ocupa el lugar de la consciencia; en la consciencia hay el «yo», que es consciente, mientras que la presenciación es indivisa; la presenciación es consciente de sí misma. El «yo soy» es un pensamiento, mientras la presenciación no es un pensamiento; no hay ningún «yo soy consciente» en la presenciación. La consciencia es un atributo, mientras la presenciación no lo es; uno puede ser presenciación de ser consciente, pero no consciente de ser presenciación. Dios es la totalidad de la consciencia, pero la presenciación es más allá de todo —del ser y del no ser.

YO SOY ESO
Conversaciones con Sri Nisargadatta Maharaj

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