lunes, 25 de abril de 2011

Osho habla sobre el tantra capitulo 1

Preguntas



¿Nos estás enseñando desenfreno?



¿Con qué frecuencia debe uno darse al sexo para ayudar, y no dificultar el proceso de meditación?



¿No agota el orgasmo nuestras energías meditativas?



Dijiste que el acto sexual debería ser lento, pero total y no controlado. Por favor, explica estas dos cosas.



Antes de entrar en tus preguntas, conviene aclarar algunos aspectos que te ayudarán a comprender mejor lo que quiere decir el tantra. El tantra no es un concepto moral. No es ni moral ni inmoral. Es amoral. Es una ciencia, y la ciencia no es ninguna de las dos cosas. Tus moralidades y conceptos rela­tivos a la conducta moral son irrelevantes para el tantra. El tantra no se ocupa de cómo deberíamos comportamos; no le interesan los ideales. Lo que le interesa básicamente es lo que es, lo que eres. Esta distinción hay que comprenderla profundamente.



A la moralidad le interesan los ideales: cómo deberías ser, qué deberías ser. Por consiguiente, la moralidad es básicamente condenatoria. Nunca eres el ideal, así que se te condena. Toda moralidad genera culpabilidad. Nunca puedes llegar a ser el ideal; siempre estás quedándote atrás. El desfase existirá siempre, porque el ideal es lo imposible, y por medio de la moralidad se vuelve más imposible. El ideal está en el futuro, y tú estás aquí tal como eres, y sigues comparando. Nunca eres el hombre perfecto; siempre falta algo. Entonces te sientes culpable; sientes una autocondena.



Una cosa: el tantra está en contra de la autocondena porque la condena nunca te puede transformar. La condena sólo puede crear hipocresía. Entonces intentas fingir, aparentar que eres lo que no eres. Hipocresía significa que eres el hombre real, no el ideal, pero finges, tratas de mostrar que eres el hombre ideal. Entonces tienes una profunda división dentro de ti; tienes un rostro falso. Ha nacido el hombre irreal, y el tantra es básicamente una búsqueda del hombre real, no del hombre irreal.



Por fuerza, toda moralidad crea hipocresía. La creará inevitablemente. La hipocresía permanecerá con la moralidad. Forma parte de ella: es su sombra. Esto parecerá paradójico, porque los moralistas son los que más condenan la hipocresía, y son sus creadores. Y la hipocresía no puede desaparecer de la Tierra a no ser que desaparezca la moralidad. Ambas existirán juntas; son dos caras de la misma moneda. La moralidad te da el ideal y tú no eres el ideal; por eso te da el ideal. Entonces empiezas a sentir que estás en el error, y este error es natural, te ha sido dado; has nacido con él, y no puedes hacer nada al respecto inmediatamente. No puedes transformarlo, no es tan fácil. Sólo puedes reprimirlo, eso es fácil.



Pero hay dos cosas que puedes hacer. Puedes crear un rostro falso; puedes fingir que eres algo que no eres. Eso te salva. Entonces puedes moverte más fácilmente en la sociedad: más convenien­temente. Y por dentro tienes que reprimir lo real, porque lo irreal sólo se puede imponer si lo real está reprimido. De modo que tu realidad va bajando al inconsciente y tu irrealidad se vuelve tu consciente. Tu parte irreal se vuelve más dominante y la real retrocede. Estás dividido, y cuanto más intentes fingir, mayor será la división.



El niño nace uno, entero. Esa es la razón por la que todo niño es tan bello. La belleza se debe a la tota­lidad. El niño no tiene ningún desfase, ninguna grieta, ninguna división, ningún fragmento. El niño es uno. Lo real y lo irreal no existen en él. El niño es simplemente real, auténtico. No se puede decir que el niño es moral. El niño no es ni moral ni inmoral. Simplemente ignora que hay algo moral o inmoral. En cuanto se da cuenta, comienza una división. Entonces el niño empieza a comportarse de manera irreal, porque ser real se vuelve cada vez más difícil.



Esto sucede por fuerza, recuerda, porque la familia tiene que regular, los padres tienen que regular. Hay que civilizar al niño, educarlo, enseñarle modales, cultivarlo; de lo contrario, al niño le resultará imposible desenvolverse en la sociedad. Hay que decirle: «Haz esto, no hagas eso». Y cuando le decimos: «Haz esto», puede que la realidad del niño no esté lista para ello. Puede que no sea real; puede que dentro del niño no haya ningún deseo de hacerlo. Y cuando decimos: «No hagas esto» o «No hagas eso», puede que la naturaleza del niño quiera hacerlo.



Condenamos lo real e imponemos lo irreal, porque lo irreal va a resultar útil en una sociedad irreal, y lo irreal va a ser conveniente. Donde todo el mundo es falso, lo real no va a ser conveniente. Un niño real estará en dificultades básicas con la sociedad, porque toda la sociedad es irreal. Esto es un círculo vicioso. Nacemos en una sociedad, y hasta ahora no ha existido en la Tierra ni una sola sociedad que sea real. ¡Y esto es un círculo vicioso! Un niño nace en una sociedad, y esa sociedad existe ya con sus reglas, normas, comportamientos y moralidades fijas que el niño tiene que aprender.



Cuando crezca se volverá falso. Entonces tendrá hijos, y esto se perpetúa, ¿Qué hacer? No podemos cambiar la sociedad. O si intentamos cambiar la sociedad, no estaremos aquí cuando la sociedad cambie. Se tardará una eternidad. ¿Qué hacer?



El individuo puede tomar consciencia de esta división básica en él: que lo real ha sido reprimido y lo irreal ha sido impuesto. Esto es doloroso, esto es sufrimiento, esto es un infierno. No puedes obtener ninguna satisfacción mediante lo irreal, porque mediante lo irreal sólo son posibles satisfacciones irreales, y esto es lógico. Sólo mediante lo real pueden suceder satisfacciones reales. Mediante lo real puedes llegar a la realidad; mediante lo real puedes llegar a la verdad. Mediante lo irreal sólo puedes llegar a más y más alucinaciones, ilusiones, sueños, y mediante los sueños te puedes engañar a ti mismo, pero nunca satisfacerte.



Por ejemplo, en un sueño, si tienes sed, puedes soñar que estás bebiendo agua. Esto será útil y conveniente para poder seguir durmiendo. Si no tienes este sueño en el que sueñas que estás be­biendo agua, te despertarás. Hay una sed real. No te dejará dormir; perturbará tu dormir. El sueño es una ayuda; te da la sensación de que estás bebiendo agua. Pero el agua es falsa. Simplemente estás engañando a tu sed; no la estás eliminado. Puede que continúes durmiendo, pero la sed sigue ahí, reprimida.



Esto no está sucediendo sólo mientras duermes: está sucediendo en toda tu vida. Vas en pos de cosas mediante la personalidad irreal que no existe, que es sólo una fachada. Si no las consigues, sufrirás; si las consigues, también sufrirás. Si no las consigues, el sufrimiento será menor; recuerda. Si las consigues, el sufrimiento será más profundo y mayor.



Los psicólogos dicen que debido a esta personalidad irreal, básicamente nunca queremos lograr el objetivo -nunca queremos lograrlo-, porque si logras el objetivo estarás totalmente frustrado. Vives con esperanza; con esperanza puedes continuar. La esperanza es un sueño. Nunca logras el objetivo, de modo que nunca llegas a darte cuenta de que el objetivo es falso.



Un pobre que persigue las riquezas es más feliz en la lucha, porque en la lucha hay esperanza. Y con la personalidad irreal, la única felicidad es la esperanza. Si el pobre consigue las riquezas, se desesperará. La frustración será la consecuencia natural. Tendrá riqueza, pero no satisfacción. Habrá logrado el objetivo, pero no habrá sucedido nada. Sus esperanzas se desbaratan. Esa es la razón por la que en cuanto una sociedad se vuelve prospera, se perturba.



Debido a esta personalidad irreal, todo lo que intentas, todo lo que haces, todo lo que ves, se vuelve irreal. El tantra dice que la verdad sólo puede sucederte si estás enraizado de nuevo en lo real. Pero para estar enraizado en lo real tienes que ser muy valiente contigo mismo, porque lo irreal es conveniente y lo irreal está tan cultivado y tu mente está tan condicionada, que te asustarás de lo real. - Osho - (Continúa mañana...)

1 comentario:

  1. Y quizá a esto se refiere la Biblia en el Génesis con "...y se dieron cuenta que estaban desnudos.". Dejaron de ignorar la moralidad y la inmoralidad. Comenzaron a "tapar" la realidad con la irrealidad, comenzaron a cubrirse con ropas.

    No por nada al diablo, la serpiente, se le llama "el padre de la mentira". El creó en el hombre (Adán y Eva) la hipocresía. La mentira. La moral.

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